miércoles, 28 de enero de 2009

3.14

Tres catorce a.m.
suspiros se impregnan en el ambiente,
Tres quince a.m.
en punto sin un segundo,
tus dedos se enredan entre mi cabello,
mis labios juegan sobre los tuyos.

Tres dieciocho a.m.
He perdido ya toda cordura,
mis ojos se dilatan
y los tengo que abrir de par en par
para admirar tu piel blanca.

Ojos cerrados,
el sofá negro debajo,
un reloj marca las tres y tantos
mientras estas entre mis brazos,
extraño en segundos tus besos
el sabor a químicos de tu cuello.

Tres y media a.m.
Te abrazo,
mientras te recargo en mi brazo,
me apodero de tus labios,
tan húmedos,
tan suaves,
tan necesarios.

Apóyate en mi regazo
para no olvidar los “te quiero” dados,
los sueños de la almohada,
el anillo regalado.
Las tres cuarenta que pasan.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hora "Pi" (muy nerd el comentario, no?)

ade dijo...

- Me gusta enumerar los besos. Hermoso. Ade

Luciano dijo...

y si te cortaras el pelo tendrías ideas largas?

VERDE dijo...

El jugar con estos minutos y luego dejar de jugar con ellos un párrafo me da la sensación de una humanidad infinita aún en un reloj.

La otra parte de mí dijo...

genial!me encantó la originalidad con que lo contaste.

Anónimo dijo...

Ejem que verguenza venía a decir lo mismo que Xavier...

PLOP!

Esos minutos, que se vuelven segundos y que cuando se recuerdan se vuelven horas...