jueves, 22 de enero de 2009

Vieja, Mayor, Anciana

He sentido que tengo un alma vieja.
Mi cuerpo alberga un alma mayor,
se sintió rara, extraña, insultada
al ser puesta en un cuerpo de edad tan menor,
que lo consumió,
lo envejeció,
hasta sentirse mejor.

Por eso mi cutis esta carcomido,
mi pelo se cae a puños cada vez que lo cepillo,
mis nudillos y mis dedos
están arrugados cada vez que me pongo mis anillos.
Empecé a menstruar a los nueve años.
Mis caderas se ensancharon,
mi olor se hizo insoportable,
mi cara se lleno de granos,
tenía tan solo doce años.

Todo, absolutamente todo,
lo provocó esta alma vieja que me habita,
que está cansada,
que está rendida
tratando de recuperar la juventud perdida.

Se acaba el tiempo,
mi cuerpo agoniza
y mi alma y mi mente…
y mi alma y mi mente…
y mi alma y mi mente…
complotan inertes.

3 comentarios:

VERDE dijo...

Que verdadero placer haber leído este escrito. La vejez dentro y no afuera. Tan singular como plural. Me pasaré seguido, saludotes y sonrisas.

LAO dijo...

Lo notable es que siempre se está a tiempo de hacerse como un niño. La fórmula es obvia: comenzar a serlo de a poco, en las pequeñas cosas.Como también recomenzar a amarse de a poco.Descubrirás un mundo impensado. No soñado hasta ahora!!!!! Un beso.

Ivanov dijo...

al menos llegará pronto al destino